Si se cierra la ventana, se acaba el día

Cuando andaba de siete años, era un niño inquieto y audaz, se acercó a la ventana de su apartamento, tenía mucho frío e intentó cerrarla, su madre lo vio desde el callejón que daba a la cocina y gritándole corrió hacia él apartándolo del ventanal. Le dio una recomendación; jamás acercarse a la ventana estando abierta, lo hizo dormir. Lo vistió con sus pijamas rojas y de carritos y le dio un beso de buenas noches en la frente no sin antes arroparlo bien.
Abraham se despertó desorientado como siempre, aun en calzoncillos y con una camisilla esqueleto empapado en sudor, durmió como un niño toda la noche acordándose de los besos de su madre. Se vistió de ropa formal y cogió un taxi hasta el cementerio universal. Era domingo, día de visita de muertos, y la tumba de su madre necesitaba flores nuevas.
- - -
Bruno García. Tiene 19 años. Es tan calmado que estresa a cualquiera, y también es mejor escritor de lo que él cree. Escribe para encontrar algún sentido respecto a por qué escribe. Estudia psicología en la Universidad del Norte.
0 opiniones:
Publicar un comentario