mayo 12, 2010

Sin pretensiones, sin posesiones. Cuentos vagos de un personaje dipsomaniaco Vol. III La fuerza del hábito -El poder de la palabra.



-Si la utopía fuese un lugar corporal mas no imaginario, estoy seguro que sería donde terminan las caderas y empieza la voluntad de Claudia, la musa enferma de este vago e infectado escrito que estoy a punto de empezar.
-Ella estalla, yo reviento, ella me ignora, yo la penetro, mas yo le digo que la quiero y ella me calla con sus putos besos… ambos somos unas ¡putas!
-Secuela de mi adicción a los fármacos tentadores y los lugares espesos donde me movilice la mayor parte de mi vida suburbana, carezco de vital sueño, razón por la cual siendo altas horas de la madrugada me dispuse a fumarme un cáncer en cualquier bordillo de mi barrio. La recordé, pensé en llamarla pero seguramente ella estaría soñando con que Liam y Noel Gallagher le hacen ver otras galaxias en el transcurso de una brutal orgia llena de sudor, magia y sangre. Si, ella duerme y sueña, ya que a diferencia de mí, Claudia nunca ha tenido esas inclinaciones estúpidas y banales de introducirse todo su patrimonio por las venas de los brazos.
Un hombre PAI (pseudónimo de indigente, que fuma crack para poder soportar la carga que es tener que vivir en un mundo material) capta mi atención, en realidad yo me le acerque ya que tengo una absurda fijación por la gente que vive de la calle, la calle, mi amiga la calle, ahora que lo recuerdo fue ella quien me presento a Clau. El hombre PAI se da por la cabeza mientras yo me avecino y le pido que me regale mas fuego, ya que con intención apague mi cigarrillo para poder tener una excusa con que acercármele. Sacando su elemental material, me pregunta a la vez si tengo algo que ofrecerle y justo en ese instante, remembre que lo único que tenía para ofrecerle a las personas era mi dignidad, y esa la había dejado empeñada en la caracas con calle 52.
Sin nada que perder y todo por botar a la basura llegue a mi casa, pero solo, al descolorido señor lo había dejado atrás a un lado, para ser más exactos al lado izquierdo, en el costado donde deposito a muchas de las personas que he estimado, que me han usado y al final de la historia nadie aprende de nadie. Otra vez se aparece ella y me recuerda esa intensa infatuación que gozamos, ese vinculo con el lado más oscuro que tenemos el uno por el otro. Me acosté en la cama y concluí que ella es adicta a la magia negra que oferto, a mi me sobra eso, soy la personas más oscura en esta mierda de ciudad, lo único que ella podría conseguir que no fuera yo, serian niños planos, con aire de burgueses, atolondrados por tanta desinformación, mala lectura, vacía política y música anal, como un dolorido sexo anal!.. Jóvenes de mi generación más vacios y torpes que los sueños de un perro viejo.
Final! Final!, no va más!!
El día que cumplí 23 años de dolor muscular y eyaculación precoz, le dije; “yo te puedo enseñar una educación que el dinero no puede comprar”, respeto en realidad mi capacidad de enredar ya que no cuento con ninguna capacitación o cartón que respalde dicha afirmación, pero lo importante parece ser, fue que ella capto el mensaje explicito que iba introducido en la oración, fue una invitación, la invite a participar en el juego siconauta donde se empieza con cien fichas o puntos de cariño y se termina con cien fichas o puntos de dolor, o en el mejor de los casos.. Un disparo frontal en la cabeza o dos inyecciones de 40 mg de benzoato de sodio en el corazón.
Ella acepto…. Ganamos…



Germán Ferreira.

2 opiniones:

Anónimo,  14 de mayo de 2010, 4:17  

-Si la utopía fuese un lugar corporal mas no imaginario, estoy seguro que sería donde terminan las caderas y empieza la voluntad de Claudia, la musa enferma de este vago e infectado escrito que estoy a punto de empezar.
-Ella estalla, yo reviento, ella me ignora, yo la penetro, mas yo le digo que la quiero y ella me calla con sus putos besos… ambos somos unas ¡putas!
-Secuela de mi adicción a los fármacos tentadores y los lugares espesos donde me movilicé la mayor parte de mi vida suburbana. Carezco de vital sueño, razón por la cual, siendo altas horas de la madrugada me dispuse a fumar un cáncer en cualquier bordillo de mi barrio. La recordé, pensé en llamarla pero seguramente ella estaría soñando con que Liam y Noel Gallagher le hacen ver otras galaxias en el transcurso de una brutal orgía llena de sudor, magia y sangre. Sí, ella duerme y sueña, ya que a diferencia de mí, Claudia nunca ha tenido esas inclinaciones estúpidas y banales de introducirse todo su patrimonio por las venas de los brazos.
Un hombre PAI (pseudónimo de indigente que fuma crack para poder soportar la carga que es tener que vivir en un mundo material) capta mi atención. En realidad yo me le acerqué ya que tengo una absurda fijación por la gente que vive de la calle, la calle, mi amiga la calle, ahora que lo recuerdo, fue ella quien me presentó a Clau. El hombre PAI se da por la cabeza mientras yo me avecino y le pido que me regale más fuego, ya que con intención apagué mi cigarrillo para poder tener una excusa con qué acercármele. Sacando su elemental material, me pregunta a la vez si tengo algo que ofrecerle y justo en ese instante, remembré que lo único que tenía para ofrecerles a las personas era mi dignidad, y esa la había dejado empeñada en la Caracas con Calle cincuenta y dos.
Sin nada que perder y todo por botar a la basura llegué a mi casa, pero solo, al descolorido señor lo había dejado atrás a un lado, para ser más exactos al lado izquierdo, en el costado donde deposito a muchas de las personas que he estimado, que me han usado y al final de la historia nadie aprende de nadie. Otra vez se aparece ella y me recuerda esa intensa infatuación que gozamos, ese vínculo con el lado más oscuro que tenemos el uno por el otro. Me acosté en la cama y concluí que ella es adicta a la magia negra que oferto, a mi me sobra eso, soy la personas más oscura en esta mierda de ciudad, lo único que ella podría conseguir que no fuera yo serían niños planos, con aire de burgueses, atolondrados por tanta desinformación, mala lectura, vacía política y música anal, como un dolorido sexo anal!.. Jóvenes de mi generación más vacíos y torpes que los sueños de un perro viejo.
Final! Final!, no va más!!
El día que cumplí veintitrés años de dolor muscular y eyaculación precoz le dije: “Yo te puedo enseñar una educación que el dinero no puede comprar”, respeto en realidad mi capacidad de enredar ya que no cuento con ninguna capacitación o cartón que respalde dicha afirmación, pero lo importante parece ser, fue que ella captó el mensaje explícito que iba introducido en la oración, fue una invitación, la invité a participar en el juego “siconauta” donde se empieza con cien fichas o puntos de cariño y se termina con cien fichas o puntos de dolor, o en el mejor de los casos.. Un disparo frontal en la cabeza o dos inyecciones de cuarenta miligramos de benzoato de sodio en el corazón.
Ella aceptó…. Ganamos…



Germán Ferreira.

lost.works 14 de mayo de 2010, 4:21  
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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