abril 25, 2010

Buffet



I
A Pedro, Pello como le decían, le han pasado muchas cosas en su vida, sobre todo por la opción laboral que optó, por tomar como mandadero de un sujeto con mucho dinero al que nunca le preguntó a qué se dedicaba, pero por traerle la cantidad de old parr pedido, le daba 200.000 pesos. El nada preguntaba, solamente hacía los mandados porque bien le pagaban. El se decía todo el tiempo para guardar prudencia:
- Los santos se quitan las alas y apagan la aureola para entrar al infierno y verle la cuca a las demonias. –
Esas cosas no tenían por qué importarle, él es un tipo honrado y trabajador y no era un santo, así que de vez en cuando visitaba a las demonias o el patrón se las llevaba.

II
Pasados los años, con sus ahorros pudo construir un negocio con su familia. Se dedicó a los restaurantes, dado que trabajando con “el patro” pudo conocer diferentes tipos de comida y quiso nunca dejar de comerlas.
Tenía un restaurante vegetariano, otro de comida paisa, de aquella región de Colombia, se llamaba “El Chicharronsón. Un restaurante de comida rápida que se llamaba “Polvo de Gallo”. Uno de comida mejicana llamado “Orale Guey”. Con las enchiladas más picantes de Morelia. Uno de comida china, el cual era su éxito y se llamaba “Chao Fa fa”, lo que nada significaba, solamente había visto los apellidos de los jugadores de futbol orientales en el último mundial. Los platos más vendidos eran Cho Cho, que era pollo en salsa de arándanos amargos; Vulh Váh, espaldilla apanada, ajonjolí y salsa de soya y el más vendido era vagina de res acompañada de salsa de miel, plato apetecido por los hombres que afirmaban:
- A pue, Chucha es chucha. –

III
Pello soñaba con las atrocidades que presenció. Una en específico aparecía muchas noches al año. Una vez le cortaron los testículos, de la misma forma como castran a un toro para hacer sopa de raíz, a un sujeto al que le acusaban de haber robado al “patro”, y era el mismo sujeto que atendía la barra de la cantina “El Carril”, ese quien le estuvo sirviendo aguardiente toda la noche, pero llegó borracho allá, pidió la botella y en la barra de él nunca se acordó; aunque el sujeto alegaba haberle atendido Pello no lo recordaría. La mujer del cantinero le pidió que le ayudara, pero Pello no mucho podía hacer. Luego de haberle bajado los testículos, procedieron a cortarle el pene, picárselos y dárselos a los tigrillos que el patro tenía en su finca. El cantinero lloraba de tristeza y alternadamente gritaba del dolor de perder su hombría y su orgullo.

IV
Pello siempre tenía la corazonada que algo malo le iba a pasar, y esa era la culpa que en él hacía estragos. Un día, a las cuatro y algo de la mañana, escuchó como desesperadamente tocaban el timbre de su casa. Al llegar a la puerta, la abrió y se encontró con “el duendecillo” recostado boca abajo con signos de tortura, pues le tallaron “marica” con un cuchillo, machete o algún objeto como esos, en la espalda, también le faltaban las uñas y los ojos. “El duende marino” era como su asistente, era el que le hacía todos los mandados mientras él se dedicaba a ser dueño de sus negocios. El “duende” se fue al banco a realizar una transacción y no regresó hasta que lo dejaron en la puerta de la casa de su jefe con el pene cortado y metido en el ano, y con la espalda marcada.
Se imaginó que lo habían asesinado porque le habían atrapado robando ropa interior femenina de los cestos de ropa sucia, con la que luego se masturbaría oliéndola. Con una mano se la jalaba, con la otra sostenía un cigarrillo que luego dejaba en el cenicero, agarraba el vaso de vidrio con verrugas que tenía whiskey y se tomaba un trago, dejaba el vaso y agarraba la tanga, el hilo dental, la pantaleta, los cucos o los bóxer de turno y los olía para completar su un, dos, tres cuatro, como los ejercicios, pero onanista. Se jalaba su pequeño pene de gente pequeña, de enano, pero que además era pequeño como enano, era un pajazo con saca-cejas el que iniciaba con ropa interior y acababa con ropa interior llena de semen de enano, que luego olería mezclado con las secreciones vaginales sudadas. Pello pensó que esa fue la razón, porque el novio de Teresa, la que tenía el truco para enderezar… jejejeje, - Teresa me la endereza - los tacos en el restaurante mejicano, lo había visto metiendo mano en su morral, sacando la ropa interior guardada después de un día de trabajo entre enchiladas, burritos y cajeta.
Pasados los días encontró al gordo de su restaurante vegetariano, que había salido temprano para una cita de control médico porque estaba teniendo problemas cardiacos. El gordo apareció en su casa, desnudo, con una mazorca metida en el ano y el pene en la boca, con el pecho marcado que decía: Yo sé quién eres maricón. Pensando que en el bar que el gordo frecuenta, el de travestidos gordos, hubo una pelea donde participó hiriendo gravemente a la que le decían “la aspiradora” porque penes chupaba tan fuerte que la sabana se venía metiendo ano arriba. Luego fueron apareciendo sus empleados, el turco del restaurante paisa, sin cejas y con la nariz llena de frijoles, las garras del cerdo incrustadas en la cabeza y el pene cortado a la mitad llenando el espacio de los ojos, y los ojos a manera de camándula ya saben en donde metidos.

V
Un día se le apareció el fantasma de la mujer del sujeto que había sido forzosamente castrado, gritando ¡vendetta, vendetta! Mejor que la de Dumas y el conde, porque esta venganza tenía que ver con la obligación de suicidio que encontró la mujer al perder el pene de su esposo. Ella no lo amaba, pero reconocía que alimentaba muy bien a los niños, pagaba las cuentas, los niños iban a la escuela, resolvía sus caprichos que tenía durante el periodo. Pero lo fundamental era el pene de su esposo que le encantaba, y al perderlo intentó buscar otros, pero no era lo mismo, sus órganos reproductores estaban acostumbrados al pene de su esposo, tanto que el hombre decía que hacer el amor con ella era como masturbarse con un preservativo.
La mujer luego de muchos días sin el sexo que la satisficiera perdió los estribos, luego de perder el pene y las bolas de su esposo, se dispuso a bañar a sus hijos con gasolina, meterlos en un saco y prender fuego, mientras los mandaba a un orfanato porque con el olor a gasolina no iban a dejar de recibirlos porque, ¡pobrecitos oliendo a gasolina y en un saco! Su esposo se calentaba al lado de la leña encendida, cuando recibe tres batazos en la cabeza. Uno sentado que lo tumba y deja inconsciente, uno de remate, y otro por si acaso. Luego de dicha situación, la mujer se dio un disparo en la sien y se mató.
Luego de tener que cumplir con las exequias de todos sus empleados asesinados y ver el fantasma de la mujer del cantinero castrado, Pello se preocupó y dijo que estaba trabajando mucho y que iba a tomar unas vacaciones.
Bueno, hijo mío, ya que preguntaste, esa es la historia, esas son las razones por las que se forma la histeria y la historia de “La Llorona”.

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